La incidencia de un trombo del ventrículo izquierdo (VI) tras un infarto agudo de miocardio ha disminuido notablemente en las últimas décadas gracias a los avances que se han realizado en la reperfusión y las terapias antitrombóticas. A pesar de ello, los eventos embólicos siguen siendo la complicación más temida del trombo del VI que requiere anticoagulación sistémica. Desde el punto de vista de su mecanismo de producción, la formación de un trombo en el VI depende de la tríada de Virchow (es decir, la lesión endotelial provocada por el infarto de miocardio, la estasis sanguínea provocada por la disfunción del VI y la hipercoagulabilidad desencadenada por la inflamación, y cada uno de estos elementos constituye un posible objetivo terapéutico). Las modalidades de diagnóstico que resultan útiles son la ecocardiografía transtorácica con o sin medios de contraste ecográficos y la resonancia magnética cardíaca. La mayor parte de los trombos del VI se forman en las primeras 2 semanas tras el infarto agudo de miocardio, y el papel de las exploraciones de imagen de vigilancia parece ser limitado. Los antagonistas de la vitamina K siguen siendo la piedra angular del tratamiento porque la eficacia de los anticoagulantes orales directos está menos establecida. Tan solo hay unos pocos datos que respalden el uso habitual de una anticoagulación profiláctica, incluso en pacientes de alto riesgo. (J Am Coll Cardiol 2022;79:1010-1022) © 2022 Publicado por Elsevier en nombre de la American College of Cardiology Foundation.
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Vol. 01. Núm. 25.
Páginas 83-96 (julio 2022)
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Trombo ventricular izquierdo tras infarto agudo de miocardio. Revisión de actualización de JACC
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